Las elecciones nacionales suelen dar lugar a contextos histriónicos e inesperados, nombres casi siempre conocidos y repetidos pugnan por ocupar lugares de las listas de los partidos políticos. Muchas de estos dirigentes, en palabras del ex gobernador de la provincia de la Pampa Carlos Verna, “están hechos”, no tienen los problemas económicos de la mayoría de la población a quienes aspiran a representar políticamente. Sin embargo la ambición y desesperación por ver sus rostros en los afiches de la calles es, muchas veces, violenta. 

 

Políticos de carrera, pero también personajes de otros ámbitos deciden “jugar” en la política a la manera en que se apuesta en un casino, donde el pueblo son las fichas y el estado el botín. Ex bailarines de danza clásica, deportistas, familiares de personas asesinadas en hechos de inseguridad, ex dirigentes deportivos, árbitros, abogados penalistas, influences, periodistas, animadores de programas de streaming, maridos de modelos entre otras personalidades del out world, emergen durante la danza de las candidaturas con discursos forzados y anclados en la profundidad del sentido común para demostrar un súbito interés por la cosa pública y argumentando una extensa, pero secreta, vocación política escondida durante años.

La irrepresentatividad de las dirigencias partidarias, la ausencia de vida democrática interna, la instalación definitiva de las mass media como única lógica posible de acumulación, dan lugar a experimentos cada vez más exóticos para compensar la continental distancia que existe en nuestra democracia entre las dirigencias y aquello que muy pocos y pocas aún se animan a llamar como: “el pueblo”.

 

La situación no es nueva, por el contrario hay que remontarse a más de 30 años de historia para encontrar los orígenes de lo que se llamó entonces la “farandulización de la política” luego “la clase política” en referencia a las figuras mediáticas arribistas en listas y cargos con el único mérito de ser una personas conocida. En los años 90 el triunfo final de la sociedad del capital,  como único modelo económico y social posible, permitió que la democracia se convierta en el coto de caza de los adinerados. Hay que tener plata para hacer política, afirma cualquier dirigente, de cualquier espacio, en cualquier momento, por cualquier motivo. 

El apotegma es la síntesis y la explicación más sencilla y precisa de los motivos o el motivo por el cúal personas sin experiencia ni vocación ciudadana se convierten en un suspiro en panelistas de ocasión de los programas políticos de la tarde noche y por supuesto en candidatos.  Quizá el único oasis donde la matriz cultural de los años 90 pareció interrumpirse, fué durante los años Kirchner, donde la figura del militante intentó reemplazar al famoso en la consideración de la política real. Sin embargo la falta de democracia interna terminó por convertir aquel oasis en una pragmática del poder tan vacía de contenido como sus últimos candidatos.

Al catálogo de plagas hay que sumarle la irrupción definitiva de las redes sociales las cuales traen en sí una semiótica nueva y particular de la cual nos ocuparemos en otra nota. Sin embargo es motivo de esta página destacar de qué manera las redes sociales, donde el entretenimiento es un fin en sí mismo y justifica cualquier medio, se convirtieron en las herederas históricas de exaltación de la vanidad, la frivolidad y la cultura de lo efímero de aquellos años 90. 

En las redes, donde todo debe ser breve, causar gracia y producir interacciones que devengan en dividendos, las dirigencias políticas se debaten entre la fama del algoritmo o la representación política. La confusión cava tan profundo que vemos forzados espectáculos de candidatos y candidatas en tik tok, haciendo el ridículo permitido de las redes sociales. También nos encontramos con candidatos, gobernadores y ex legisladoras exponiendo su vanidad para el público cautivo de programas de streaming. Sirve para consolidar el voto propio afirman los expertos, mientras tanto estos dirigentes y dirigentas de espacios pretendidamente populares y  con ambición de mayorías,  profundizan en los llamados “nichos de mercado” haciendo su mensaje cada vez más exclusivo y excluyente. Los límites se empujan más allá de lo imaginado y ya no es extraño ver el éxito de algunos políticos como influencers o encontrarse con algún “comunicador de redes sociales” con aspiraciones frustradas de candidato. 

La situación es compleja tanto como el devenir de esta nota que no busca ser una monografía barata acerca de la situación psico social de las candidaturas en la argentina, sino ocuparse del gran ausente en las disputas electorales; el actor social omnisciente que atraviesa todo el quehacer de la política argentina. Hablamos del sindicalismo, los sindicatos, las dirigencias sindicales y por fin y tristemente las y los trabajadores del país.

 

Para botón sólo hace falta una muestra y por eso a continuación hablaremos del intento fallido de la CGT por ocupar “cargos en las listas para las próximas elecciones” la cita es literal. Se trata de la brevísima historia del Movimiento Nacional Sindical Peronista (el MNSP), un agrupamiento destinado de forma manifiesta al olvido.

La CGT lanzó oficialmente el Movimiento Nacional Sindical Peronista

 

El 17 de octubre del año pasado, 2022 en el microestadio de obras sanitarias se lanzó el MNSP en un acto que tuvo como protagonistas a los principales secretarios generales de los sindicatos llamados “gordos” por la masa de trabajadores encuadrados que contienen. La excusa fue la conmemoración del 77 aniversario de la gesta popular del 17 de octubre de 1945 en donde el pueblo liberó a Juan Perón de la cárcel, el objetivo cercano, instalar un dispositivo que ponga en la vidriera de la discusión electoral a la CGT como factor de poder y de esta forma trascender del rol litúrgico que cumple la central en cada armado de lista.Entre los dirigentes de aquella tarde en obras sanitarias circulaba una definición muy clara, queremos recuperar el 33% de las listas del peronismo como fué históricamente. 

 

Varias cosas para destacar del cónclave. En primer lugar, la casi nula presencia de mujeres. Únicamente Maia Volcovinsky del sindicato de trabajadoras y trabajadores judiciales conducido por Julio Piumato, hizo uso de la palabra en un discurso que se ajustó a las definiciones consagradas de la épica peronista. Citar a Perón y recordar a Eva. 

Otra característica que llamó la atención de quienes seguimos el desarrollo del acto fue la aparición en público de los principales secretarios generales de la central, hombres como Lingeri, Luis Barrionuevo, Armando Cavalieri, Andrés Rodriguez, Gerardo Martinez y desde luego el co secretario general Héctor Daer, se mostraron a la luz del día e hicieron uso de la palabra. Es sabido que estos dirigentes no son afectos a la exposición pública. No suelen hablar con la prensa y no participan de actos políticos o partidarios. Su presencia se ajusta a las convocatorias protocolares del poder político de turno. 

Esta vez los “muchachos” parecían ir en serio, su exposición también se justificaba en los renovados mandatos de Daer, Cavalieri y Andrés Rodriguez a través de elecciones internas. Legitimados por el voto de los afiliados y afiliadas (los llamados aparatos, empleados de los gremios convertidos en votos cautivos) los gordos además se sintieron anchos y con suficiente espalda para reclamarle a las dirigencias partidarias del peronismo lo que les correspondía por historia.   

Por último lo que más llamó la atención fué la caricaturesca transmisión en vivo del acto. Con tomas muy alejadas del escenario utilizando la cámara digital de un teléfono móvil de muy mala calidad, o una cámara web igual de elemental, el vivo sufrió de irreparables desprolijidades de sonido e imagen, por momentos en la transmisión pudo verse el detrás de escena, la interfaz del programa OBS e incluso se escucharon los comentarios en primer plano de los responsables de la transmisión. El evento fué transmitido por el canal oficial de Youtube de la secretaría de prensa del sindicato de gastronómicos UTHGRA. También el portal Mundo Gremial repitió el acto desde sus redes sociales, pero la transmisión de origen perteneció al sindicato conducido por Barrionuevo.

 

 

Epílogo

 

Llamo a esta última parte epílogo porque adelantar conclusiones de un acto tan fugaz me pareció exagerado. Sin embargo creo que se pueden extraer varias definiciones necesarias de aquel vuelo corto del MNSP.

En primer lugar quedó en claro la falta de conexión con la realidad de las dirigencias sindicales de la CGT. Todo el acto estuvo atravesado por la exageración y la falta de un rumbo claro. Recursos para una puesta en escena no faltan en los sindicatos cegetistas lo que faltan son ideas y personas que tengan la libertad de hacer política con el objetivo de representar los intereses profesionales de las y los trabajadores. Desde el inicio hasta el final se notó una inversión de dinero en difusión y transmisión mal utilizados. No sabremos nunca si estas desviaciones fueron producto del óxido de algunas conducciones o si fueron una decisión deliberada para que la cosa no se conozca demasiado. Quizá quienes tenías que enterarse del MNSP se enteraron y con eso alcanzaba, lo demás relleno para la gilada.

Una segunda cuestión que dejó la intentona fué el lugar decorativo que ocupan las mujeres en la conducción de la CGT. Solamente Evita, por momentos y sólo como figura célebre, supo aparecer en algunos discursos. Los muchachos, la mayoría de ellos con más de 70 años mantienen blindada la estructura a cualquier iniciativa de feminizar los liderazgos. 

La misma distancia que mostró el primer y único acto del Movimiento Nacional Sindical Peronista respecto de las mujeres, se evidenció acerca de las nuevas generaciones. 

Teniendo en cuentas la longevidad de las conducciones, hablar de juventudes queda muy lejos en el caso de la CGT, pero si existen nuevas generaciones dentro de los sindicatos, delegados y delegadas de 30, 40 0 50 años que tienen visiones y lecturas muy diferentes de la realidad económica y social pero que sin embargo siguen eclipsadas por dirigencias “históricas”.

El intento fallido de la transmisión en vivo del acto fué el botón de muestra de lo distante que está la CGT del presente liso y llano. Los muchachos quisieron ser parte del Tsunami del streaming y pasaron vergüenza.  La transmisión que aún se puede ver en los canales de youtube citados, es lo que en tiempos de mis padres provocaba, vergüenza ajena y que hoy los más jóvenes definen como cringe.

Pero no debemos quedarnos únicamente en una crítica cosmética al vivo, la transmisión fue una demostración de porqué la CGT y los sindicatos  ”gordos” no utilizan, en primer lugar las secretarías de prensa de sus organizaciones para comunicar actos institucionales, por lo tanto tampoco hacen uso de redes sociales, ni de ningún instrumento del infinito arsenal audio visual gratuito que ofrece esta época. Continúan emitiendo comunicados como en los años 70. Son liderazgos fundados en el anonimato por eso pueden permanecer 40 años en el poder. 

 

Finalmente sobra decir que el mentado objetivo de recuperar el 33% de las listas a nivel nacional no se alcanzó, por el contrario como nunca la presencia de candidatos y candidatas provenientes del movimiento obrero organizado se redujo a la mínima expresión posible desde la recuperación democrática en 1983. 

El MNSP asomó de la vizcachera y rápidamente regresó a las profundidades, nos heredó una lección más acerca de la crisis de representatividad que atraviesan las dirigencias argentinas, fundamentalmente de cara a las próximas elecciones nacionales. Los muchachos pese al paso del tiempo son quizá quienes con mayor lucidez y celeridad comprenden las dificultades del presente, por eso y siempre ante la duda no dicen nada.  

Álvaro Cariaga

trabajador docente escuela privada